PAPÁ ÁRBOL
Papá árbol se sentía
triste a pesar de que el sol del otoño había sido muy generoso esa mañana y le
había regalado sus luminosos rayos.
Sus hojas le iban
abandonando movidas por el viento y verdaderamente, Papá Árbol se sentía
satisfecho al verlas bailar por el espacio, hasta que al fin se posaban en el
suelo.
Desde luego el suelo era
el pecho de su madre tierra, y ellas al fin allí debían de sentirse
arropaditas.
Luego entonces:
- ¿Por qué me siento triste? - se
decía el viejo chopo.
- ¡Ya estoy acostumbrado a quedarme
desnudo cuando llega el otoño!
Después del duro
invierno llegará nuevamente la primavera
y otras nuevas hijas vendrán a poblar
mis ramas
¡Pero, siento que tengo
también motivos para estar preocupado! Es a causa de algunas de mis hojas. Mientras
que sus hermanas hace días que cayeron al suelo, ellas se agarran a las ramas
con tanta fuerza que el viento no logra desprenderlas.
¡Presiento, que es que
no quieren déjame solo!
La verdad es que las voy a echar
mucho de menos.
Cuando me quedo desnudo del todo,
siento frío, y los pájaros que antes venían a cantar a mis ramas dejan de
venir, prefieren posarse en los pinos o cipreses que son tan fuertes y no
pierden sus hojas.
¡Bueno he de tener
paciencia!
Seguro que pronto
vendrán los fuertes vientos y lograrán que ellas no tengan más remedio que caer
al amparo de la tierra 7
Y se sentirán felices.
Y se fundirán con la
tierra, o bien las volverá a llevar el viento lejos, muy lejos… o caerán en el
río y flotarán.
Y yo me quedaré
satisfecho al dejarlas seguir su camino.
Y seguiré aquí, esperando otra primavera que me
traerá nuevas yemas.
Que se transformarán en
hojas verdes y brillantes.
Sí, serán nuevas hijitas
pequeñas que alegrarán nuevamente mi
vida.
SUGERENCIA: A este cuento se le
pueden proponer actividades de comprensión lectora según niveles.
Estas pueden ser de forma oral o escrita.
Isa Mary Coll
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